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¿Te detienes para jugar o sigues caminando?

Leticia Lozano | 19:36
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/labciudad_header.jpg Leticia Lozano

“En el siglo XIX introdujimos la voz de la clase trabajadora, en el siglo XX introdujimos la voz de las mujeres, ahora debemos introducir la voz de los niños, la gran originalidad de nuestro siglo podría ser que aprendamos a escuchar a los niños”.

Theodore Selden

El juego es una parte esencial de nuestro día a día cuando somos pequeños, pero conforme vamos creciendo, la falta de tiempo y el miedo al ridículo son los pretextos más comunes para no jugar. No obstante, existen ejemplos claros alrededor del mundo que demuestran lo fácil que es dejar las inhibiciones detrás e involucrarse en un ambiente lúdico.

En el Laboratorio para la Ciudad queremos retar a las personas a pensar en el futuro del entorno urbano a través del juego. Nuestra área de investigación y experimentación Ciudad Lúdica explora las posibilidades del juego como catalizador de nuevas experiencias urbanas, como vehículo para fomentar la participación de las personas en sus comunidades.

Como parte de las actividades de Ciudad Lúdica, en febrero de 2016 tuvimos la oportunidad de colaborar con Amica Dall del colectivo londinense Assemble en un taller lúdico-exploratorio guiado por una simple incógnita: si los niños tuviesen carta blanca para construir lugares que fomenten el juego en espacios poco convencionales, ¿qué es lo que harían?

 

 

Día 1: Activación Subterránea para Niños

Al inicio de la jornada solo se observaban miradas curiosas de adultos que volteaban a ver lo que sucedía en el “Espacio de Paz”, un área en la estación Mixcoac de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México que se construyó para ser una conexión a otra línea, pero que actualmente se encuentra en desuso.

Colocamos cajas, telas, colores y carteles con la frase “Ven a jugar”. Los niños eran los más interesados: volteaban, estiraban el cuello y jalaban la mano de sus padres. Se notaba que querían acercarse, pero no lo hacían por pena o prisa de sus papás.

Bastó con acercarnos a una familia e invitarlos a jugar para que los niños se animaran y comenzaran a transformar el espacio. Conforme se iban uniendo más participantes, cada uno era individualmente autor de su juego, pero al mismo tiempo formaba parte del juego colectivo. Lo que cada niño inventaba, proponía y experimentaba, trascendía en el ambiente lúdico en conjunto.

Los niños intervinieron, moldearon y adecuaron el lugar a su antojo. La experiencia en antropología social de Amica Dall nos mostró que hay momentos críticos donde los niños necesitan cambiar de materiales e incentivos para el desarrollo del juego; si esto no sucede, la actividad corre el riesgo de terminar.

 

“En Assemble nos dimos cuenta de que en lugar de realizar proyectos complicados para fomentar el empoderamiento de los adultos en una etapa tardía de sus vidas y para que pudieran tomar control de su entorno, deberíamos enfocarnos en los niños; quienes tienen la capacidad de crear por sí mismos relaciones flexibles, creativas y apasionadas a través del juego”.

Amica Dall

 

 

El Metro, ¿espacio de espontaneidad lúdica?

Los papás se sentaron en silencio y observaron mientras los niños se divertían. Mientras los pequeños hacían amigos, interactuaban y tomaban decisiones en conjunto, los adultos intentaban no mirarse ni hablar. Los pocos que iban acompañados solo se dirigían la palabra entre ellos mismos. Previendo esta situación, preparamos un par de preguntas.

Muéstranos los espacios de juego de tu niñez

 

¿Cuántas horas al día juegas con tus hijos?

 

Aunque las instalaciones del Metro son espacios cuya función es canalizar el tránsito de usuarios, también son el escenario de interacciones urbanas inherentes a nuestra cultura. La apropiación de los espacios de este sistema de transporte –como ejemplo de adaptabilidad urbana– es una oportunidad para adentrarnos en el tejido social y obtener inspiración para desarrollar experimentos.

La estrategia original del taller era realizar la intervención en la estación Mixcoac dos días seguidos. Al finalizar el primer día –y con base en observaciones– decidimos cambiar el escenario del segundo día con el objetivo de entender el contraste entre un espacio que no es visto como lugar para el juego y uno que sí lo es.

 

Día 2: iteración en Santa María la Ribera

El domingo nos dirigimos a la Alameda de Santa María, donde se encuentra el Kiosco Morisco. Elegimos esta ubicación por tres razones: es un espacio relativamente pequeño y controlable, vibrante durante los fines de semana y con presencia de niños prácticamente garantizada.

Al haber muchas actividades ocurriendo en paralelo en la Alameda, no todos los niños se interesaron por participar. Los padres –al igual que el día anterior– se sentaron alrededor a observar, pero estaban acompañados en el parque por otros familiares o amigos, lo cual fomentó que los niños interactuaran más con su familia que con otros niños.

 

Taller: Activación Subterránea para Niños from Laboratorio para la Ciudad on Vimeo.

Debido a factores urbanos que parecen estar fuera de nuestro control, como el crecimiento irregular de los asentamientos, la movilidad fragmentada y la inseguridad, la realidad es que la espontaneidad lúdica propia de los niños –e incluso adultos– se ve relegada a los parques. La espontaneidad es limitada por las pocas horas en que los padres pueden acompañar a sus hijos al exterior y suplantada por el celular, las tabletas y videojuegos.

Los dos días de intervención nos demostraron que cualquier espacio puede transformarse en un entorno lúdico. Lo más interesante de este pequeño experimento colaborativo fue el contraste: el factor sorpresa jugó a nuestro favor en un espacio poco convencional y en un espacio que ya forma parte del imaginario colectivo como espacio de juego.

 

@Labcdmx

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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