martes, 14 de diciembre de 2010

Taner Aksham y nosotros

Audición radial LA VOZ ARMENIA, Buenos Aires, República Argentina
Editorial del programa del martes 23 de noviembre de 2010


A iniciativa de la Fundación Luisa Hairabedian, y para participar de la presentación de la traducción al español de su libro “Un acto vergonzoso. El Genocidio Armenio y la cuestión de la responsabilidad Turca", llegó a nuestra Ciudad el historiador, investigador y militante por los derechos humanos Taner Aksham, de nacionalidad turca.
De 57 años, Aksham pasó de militante y director de periódico de la organización de izquierda “Línea Revolucionaria” a desarrollar una intensa actividad académica, manteniendo firmes sus ideales y convicciones.
Fue encarcelado en dos oportunidades durante su juventud y condenado a 10 años de prisión por actividad subversiva. Se fugó de la cárcel luego de más de un año de encierro y al otorgársele asilo político en Alemania, partió a establecerse a dicho país. Hoy, brinda charlas y conferencias en distintos países y es jefe de cátedra en la Universidad de Los Ángeles, Estados Unidos.
Es un inclaudicable luchador por el Reconocimiento del Genocidio de Armenios y sus obras e investigaciones van dirigidas en esa dirección, transformándose en documentos imprescindibles y difíciles de ser rebatidos.
Amigo del asesinado periodista armenio Hrant Dink, está convencido que realiza un aporte importante a la construcción de una nueva sociedad en su país.
Hasta aquí, una breve reseña de quien el próximo jueves 25 de noviembre, a partir de las 19 horas, se presentará en la Facultad de Derecho, presentando su último libro.
Claro que para quien les habla, y a pesar de no conocerlo y de no haberlo tratado personalmente, Taner Aksham es un compañero, un camarada de lucha, uno más entre los millones que en distintos puntos del planeta y en diversos idiomas hablamos el mismo lenguaje, porque tenemos un mismo objetivo: acabar con este orden planetario injusto y sentar las bases para la construcción de la nueva sociedad sin explotados ni explotadores.
Para ello resulta fundamental, ante todo, abordar de manera decidida las acciones conducentes a la construcción del hombre nuevo, que no es otro que el actual, nosotros, quienes nos rodean, pero muñidos de otra visión en la que queden excluidas las mezquindades, el egoísmo, el individualismo, las mentiras, el sectarismo, la veneración de lo material, la hipocresía y todas esas otras lacras sobre las que asienta su poder el capitalismo.
Esta es, a no dudarlo, la principal lucha que debemos afrontar quienes estamos decididos a pasar por esta vida habiendo intentado realizar nuestro aporte a la superación de la humanidad. Es la madre de todas las luchas, la más difícil, la que debemos llevar noche y día, la que requiere de nuestra atención permanente y de nuestra paciencia sin límites.
Porque esta lucha nos demuestra que muchas de las cosas que queremos cambiar están tan arraigadas en quienes nos rodean –y a veces, en nosotros mismos-, que a veces resulta imposible tratar de convencer que “lo natural” no es “tan natural” y que “lo normal” no es “lo normal”, sino que son parte de las imposiciones de un sistema de nos intenta ahogar y perturbar mentalmente las 24 horas del día (incluso cuando dormimos, a no dudarlo).
Por eso sabernos acompañados, sentirnos rodeados por millones y millones de compañeros en todo el mundo, hace que la lucha no decaiga, que no perdamos de vista los objetivos principales y que no nos confundamos con los espejitos de colores que los “nuevos colonizadores de siempre” quieren vendernos.
Ayer, escuchando al compañero profesor Taner Aksham y a miembros de las distintas instituciones de nuestra comunidad que hicieron algunas preguntas, un sentimiento ambiguo me embargó: por un lado, la preocupación que causa la certeza de que hemos de recorrer mucho camino hasta que logremos desintoxicarnos del sectarismo y la soberbia que predomina en nuestras visiones; por el otro, la satisfacción de reconocer a un compañero de lucha, más allá de las diferencias culturales, idiomáticas y nacionales.
Estamos a días de celebrar el 90 aniversario del nacimiento de la hoy ya inexistente, al menos como formación estatal, República Socialista Soviética de Armenia.
Hace nueve décadas, en esa pequeña porción de territorio de 29.000 km², un pueblo que había soportado matanzas planificadas e indiscriminadas, el saqueo de sus bienes personales y de su patrimonio nacional, que había sido obligado a abandonar aquellas tierras que había habitado durante siglos junto a hombre y mujeres de otras nacionalidades, ese pueblo decidía comenzar a construir un país sobre bases totalmente distintas a las conocidas hasta entonces, un país donde todos se sintieran hermanos y donde no existieran otros grandes objetivos que no fueron los comunes, aquellos que permitirían dar forma a una sociedad que lograra nutrirse de las distintas capacidades de quienes la conformaban y de satisfacer las necesidades de cada uno de sus miembros.
Y se hizo mucho. A no dudarlo.
Porque no es cosa fácil entender que más allá disputas y diferencias ancestrales uno puede encontrar en el otro a un hermano, a un compañero. No es cosa fácil entender que no hay nada mejor que crecer y disfrutar junto a todos, y no hacerlo rodeado de las penurias y las desgracias ajenas. No es cosa fácil asumir y actuar sabiendo que todo es de todos y que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones. No es cosa fácil comprender que más allá de la terminación de los apellidos, del color de nuestras pieles, del idioma que hablamos, de la creencia que profesamos y de la identidad nacional que asumimos, somos humanos y habitamos un mismo planeta que debemos proteger, cuidar y salvar para el bien de todos.
La lucha continúa y es permanente mientras exista –y domine las relaciones humanas- el explotador y expoliador sistema capitalista.
Así lo entiende el profesor, compañero Taner Aksham, quien no duda en sumarse a una lucha específica con la que considera está haciendo su aporte a la nueva sociedad.
Así lo entienden en la Fundación Luisa Hairabedian, encabezados por nuestro querido y respetado compañero Gregorio Hairabedian, quienes no dudaron en abrirle juicio al Estado turco basándose en el Derecho a la Verdad y a la Justicia, convencido de estar sentando precedente para que ningún genocidio quede impune a pesar del paso del tiempo.
Y así lo entendemos nosotros también, los millones de hombres y mujeres decididos a no retroceder jamás, porque sabemos que “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”.


Adrián Lomlomdjian
Director

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